Nueva colección:
"(A-) PHYS"
Territorio (A-PHYS) de Carlos Génova es un espacio donde re-examinar sus tópicos conceptuales y mirarnos como sujetos al designio de las constantes interacciones de la materia: Nosotros hacemos la ciudad y ésta nos hace, éstas son normas de materia dura del planeta y el algoritmo de la temporalidad -como diría Alexander Mischerlich (el Fetiche Urbano 1968) moldes que dependen de nuestra grandilocuencia o testarudez. Génova observa a Escher y la espacialidad del infinito, espacio de alta porosidad donde alcanzar el límite implica fluir de nuevo: tiempo no métrico sino fractal, de altas dosis de inconmensurabilidad, “tiempo emocional” que las neurociencias denominan “inteligencia emocional”: (Goleman, 2000).
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El arte que interesa a Carlos Génova sostiene esta matriz creativa del Cosmos -
dominio del espacio simbólico-, donde los cuerpos flotan en un tiempo que fluye
hacia los bordes de su infinitud, jugando con sí mismo en un sentido de
autorreferencialidad, propio del fractal el cual crece y transforma
autorreferenciando la raíz del rizoma. (Deleuze y Guattari, 1997)




(A-) Phys Faith Deconstructed




(A-) Phys Origen



Horror Vacui








(A-) Phys N°




(A-) Phys PKC



Intervenciones




Women
Epsilon



Las mujeres atemporales de Bezier y Klein



Coma



The event horizon



(A-) PHYS Origen B/C N°12
El significado de la pintura de esta serie (A- PHYS) de Carlos Génova implica otra dinámica de lectura con su propia megaforma pétrea, contrastante por su organicidad con las figuras lineales. Igual tienen raíces y brotan comorizomas o vegetación. Son traspasados por círculos gravitantes en el escenario, otra capa más que se suman a los puntos negros o de color que conforman cuadraturas y ofrecen fortalezas por su acción, a veces dispuestas en el primer plano o de repente se hunden al último, como dejándose engullir por los agujeros negros del espacio sideral.
“Phis Pangeas”, acrílicos sobre telas y otros materialidades, son un soporte consistente a la imagen y teoría del espacio perceptivo, imaginario simbólico que develan estos cuerpos rocosos en un espacio cartesiano quizás hasta más subjetivo, pues de pronto se les ve huir por la diagonal, y en los cuales también se ensañan los peligros que se ciernen sobre la humanidad y el planeta. Los cuerpos rocosos son enormes paleoescrituras, ensayan un discurso acerca de la incertidumbre envolvente que nos consume a los espectadores como sujetos de esa encrucijadas y significados, pero que, finalmente, intentan recuperar a esta sociedad tan maltrecha por las lacras sociales y nocivo sino que la misma sociedad dibujó en las pantallas de la televisión de años atrás, cuando enseñaron a la juventud un modelo de vida violento, sin pensar que ese mismo modelo echaría raíces como el rizoma (Deleuze y Guattari 1994), brote que en tanto enjendra incertidumbre, lo hace aún donde nadie lo espera.